Aparcamos en el Valle de Tagarina, cerca de la Remonta Alemana. Arreamos hacia arriba bajo una fina y a veces no tan fina lluvia. Nos colamos poco a poco en lo que llamo El Racó de la Aitana, por su cara Sur. Caos de bloques, vegetación exquisita, poca presencia humana, sólo unos lazos y un cepo terrible, ¡sólo!. A los 1000 mts ya cuajaba la nieve. En el primer mirador la ventisca se anunciaba tajante. Más arriba cortaba la cara, de veras. Llegamos a la base de unas imponentes paredes de caliza anaranjada y viramos hacia el OSO, nos encalomamos sobre un precioso cuerno de roca y giranos al N hacia la cima de Aitana. Desde este momento ya ciegos, sin ver un pijo. Decidimos seguir una vaguadilla... Intuíamos la cima por la derecha, por referencias visuales de otroas jornadas, pero decidimos seguir la vaguada. Pronto llegamos a una grieta. Pensamos que el Pas de la Rabosa estaba cerca. luego, trasladando los datos del GPS al plano comprobé que así fue. Giramos a la derecha, hacia el NE, hacia el collado que baja a la Font de Partagás a la izquierda o al Divino-Remonta Alemana a la derecha (no recuerdo ahora cómo se llama). Ciegos de nubes no perdimos la referencia de los acantilados a la izquierda hasta que llegamos. Allí encontramos hasta medio metro de nieve en algunos puntos. Lo dicho de la ventisca, azotante, tajante, malabicha la jodida... Pero todo esto me da la vida, así es. Una vez en el collado, de regreso al coche. La nieve cada vez más papa, más riachuelillos... Y a estas alturas de la jornada empapados y helados. Té con leche que llevaba en el termo y para casa. Un viernes de esos de los que Pedro y yo nos hacemos más colegas.
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