Vaya que sí, muchísima magia en esos bolos de granito de curvas encandiladoras. Además, pillamos la sierra con un tiempo pseudocanino al qu ele supimos sacar partido gracias a nuestro amor al monte. Llovió, nevó y sopló un ventorro impresionante... Y así lo reflejó Jaime en una de las brutales bufadas, se agarró a una encina para evitar un posible despegue, y Marcelo a mí... y podíamos haber volado los dos. Eso en la zona de Charca Verde.
Los copos de nieve camino del Giner de los Ríos nos dejaron helados -nunca mejor dicho- por su tamaño tipo sábana. Y no menos impresionante la circular al Cancho de Los Muertos. Magia amigo José, mucha y de la buena magia la que hemos respirado en La Pedriza.
Tengo que volver.
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