Las autoridades competentes no podían haber confiado en nadie mejor misión tan complicada. Nocturna, en terreno escurridizo, ante complejo y esquivo enemigo: El mejillón cebra.
El personal seleccionado: Elías, el guía, el conocedor del terreno, el que nos conduciría hasta el mismo corazón de la zona infestada; Esteban, el más rápido, él sería el encargado de dar caza al temido mejillón con su velocidad y persistencia; Jaime... el testigo de la operación, encargado de dar parte posteriormente a las autoridades competentes y, además, parásito lucernario del grupo.
Nombre en clave de los agentes: PCM, pitufos caza mejillones.
Memorizada la operación y perfectamente camuflados los agentes se desplazan sigilosos en la noche en busca del nido del enemigo. Estaban advertidos de la agresividad y peligrosidad del individuo objeto de la exterminación. ¡NO FEAR!
El primer contacto se produce ante un cartel que notifica a los neófitos la posible presencia del intruso. La realidad es bien distinta. Se han documentado tragedias producidas por el temible abrazo de este cebra. Sabemos que busca protuberancias y apéndices a los que pellizcar, succionar sus jugos y así debilitar a su víctima. Procuramos efectuar la micción de uno en uno y siempre alumbrando la zona de exposición para advertir la presencia del criminal y actuar en consecuencia.
Una vez en la zona 0 buscamos el camino más corto a las entrañas de la morada del mejillón. Las tortuosas y resbaladizas escaleras que llevan a la matriz no logran acobardar al equipo PCM.
Estamos perfectamente preparados para menearnos por cualquier tipo de terreno, a cualquier hora, a la temperatura que sea. Han preparado nuestras mentes para dar caza al mejillón, así como a otros zarrapastrosos entes.
Observamos el entorno. Las fuertes corrientes y flujos en los que suele aguardar el mejillón. Siempre zonas húmedas y oscuras... atractivas por otra parte.
Sabemos que la luz repliega sus defensas y aplicamos toda la que podemos en la zona 0. El ruido es estremecedor, las aguas turbulentas y los olores cerca de lo insoportable. Después de una primera y profunda inspección concluimos que allí no hay nadie y decidimos seguir la ruta del mejillón.
Saltamos de valle y alcanzamos el río que nutre la zona 0. Metemos nuestros pies y mostramos en ocasiones nuestros retraídos apéndices (es lo que tiene el frío), pero el esfuerzo es vano...
O no existe o en esta ocasión el mejillón cebra ha sido más astuto que nosotros. O desde Inteligencia nos han mandado a una muerte que creían segura, por deshacerse del grupo. Pero ni A, ni B, ni C ni la madre que los parió. Los PCM volverán a terminar su misión un día de estos. Interesados en formar parte del equipo contacten con el secretario de la expedición. Recibirán instrucciones precisas en un curso especializad así como la cuenta donde deberán hacer el ingreso en concepto de expertos PCM's
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La ruta: Mítico pantano... mítico 600, aquí mapas, track y de todo para seguir la ruta.
PD: El 600 sigue allí.
El personal seleccionado: Elías, el guía, el conocedor del terreno, el que nos conduciría hasta el mismo corazón de la zona infestada; Esteban, el más rápido, él sería el encargado de dar caza al temido mejillón con su velocidad y persistencia; Jaime... el testigo de la operación, encargado de dar parte posteriormente a las autoridades competentes y, además, parásito lucernario del grupo.
Nombre en clave de los agentes: PCM, pitufos caza mejillones.
Memorizada la operación y perfectamente camuflados los agentes se desplazan sigilosos en la noche en busca del nido del enemigo. Estaban advertidos de la agresividad y peligrosidad del individuo objeto de la exterminación. ¡NO FEAR!
El primer contacto se produce ante un cartel que notifica a los neófitos la posible presencia del intruso. La realidad es bien distinta. Se han documentado tragedias producidas por el temible abrazo de este cebra. Sabemos que busca protuberancias y apéndices a los que pellizcar, succionar sus jugos y así debilitar a su víctima. Procuramos efectuar la micción de uno en uno y siempre alumbrando la zona de exposición para advertir la presencia del criminal y actuar en consecuencia.
Una vez en la zona 0 buscamos el camino más corto a las entrañas de la morada del mejillón. Las tortuosas y resbaladizas escaleras que llevan a la matriz no logran acobardar al equipo PCM.
Estamos perfectamente preparados para menearnos por cualquier tipo de terreno, a cualquier hora, a la temperatura que sea. Han preparado nuestras mentes para dar caza al mejillón, así como a otros zarrapastrosos entes.
Observamos el entorno. Las fuertes corrientes y flujos en los que suele aguardar el mejillón. Siempre zonas húmedas y oscuras... atractivas por otra parte.
Sabemos que la luz repliega sus defensas y aplicamos toda la que podemos en la zona 0. El ruido es estremecedor, las aguas turbulentas y los olores cerca de lo insoportable. Después de una primera y profunda inspección concluimos que allí no hay nadie y decidimos seguir la ruta del mejillón.
Saltamos de valle y alcanzamos el río que nutre la zona 0. Metemos nuestros pies y mostramos en ocasiones nuestros retraídos apéndices (es lo que tiene el frío), pero el esfuerzo es vano...
O no existe o en esta ocasión el mejillón cebra ha sido más astuto que nosotros. O desde Inteligencia nos han mandado a una muerte que creían segura, por deshacerse del grupo. Pero ni A, ni B, ni C ni la madre que los parió. Los PCM volverán a terminar su misión un día de estos. Interesados en formar parte del equipo contacten con el secretario de la expedición. Recibirán instrucciones precisas en un curso especializad así como la cuenta donde deberán hacer el ingreso en concepto de expertos PCM's
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La ruta: Mítico pantano... mítico 600, aquí mapas, track y de todo para seguir la ruta.
PD: El 600 sigue allí.
Que bueno eres maquina, algo que añadir, que pena que no sean comestibles que sino menudo festín.
ResponderEliminarElias
Que bueno eres maquina, algo que añadir, que pena que no sean comestibles que sino menudo festín.
ResponderEliminarElias