Secretillos de la Sierra de Santa Pola


Si hay alguien que conoce bien la Sierra de santa Pola, ese es Jero. Y principalmente porque la ama. Y si tengo que ir por allí con el mejor guía, pues con él. Porque tengo la suerte de contarlo entre mis amigos.
No nos ha importado el día gris y ventoso que nos ha salido. Hemos coincidido en que a pleno sol hubiéramos podido palmar de calor.
Nos vemos en el Parque El Palmeral y vamos calentando por la calles de la villa. Llegamos al Ayuntamiento y marcamos el inicio aquí. Trotamos por la calle García Braceli hasta girar a la izquierda por Francisco Martínez. Unas cuantas bocacalles y nos plantamos en el Barranco Catarra. Mediterréneo puro. Antes de pasar por debajo de la Ronda Norte encontramos los restos de lo que fue una pequeña manufactura de redes de pesca. Queda poco ya. Jero me ilustra.
Yo lo escucho a contraviento y seguimos trotando barranco arriba. Caliza, espino, pinos, esparragueras... En fin un interesante mix de lo nuestro. Salimos del barranco y seguimos cabalgando entre pinos reforestados, supervivientes en un terreno calizo que no acaba de dejarles pillar porte. Gracias a esta vegetación quien sí parece ponerse las botas a base de bien son la tribu de la procesionaria. Hay infinidad de hileras. En ocasiones se encuentran en melé, no se si será por el frío, otras en círculo. Apelo a esa leyenda montañera que dice que se pueden tirar así la vida entera...
Nos aproximamos a otro lugar curioso. Se trata de una dolina, una zona que fue más fértil en otros momentos y en la que se cultivó. También quedan los restos de un palomar en uno de los laterales.
Bien campo a través, por sendas, pistas o caminos, nos enfilamos a la costa. La idea es trotar al borde del abismo hasta el faro. Seguimos también hitos, aunque sólo uno nos llama poderosamente la atención, un frare casi marino:
Una vez en el borde el paisaje cambia. El mar embelesa. Vamos fuera pista prácticamente hasta el faro. Subimos y bajamos los pequeños barrancos que c
van al mar, el Pas del Cavall y el Barranc de Picanyo. Entre muchas nos quedamos con este par de joyas. En primer lugar una preciosa orquídea:
Y más tarde una estampa bastante atípica, al menos para mí, de la Isla de Tabarca:
Con alguna trepadita que otra y campos de esparto a saco llegamos al faro y visitamos las bataerías republicanas antiaéreas y el búnquer del vértice geodésico que están limpiando con la idea de ponerlas en valor. Es un lugar que merece ser visitado:
Pasado este trámite seguimos corriendo hacia la aberración urbanística del Gran Alacant. La rozamos a penas y buscamos otra perlita de la sierra. Jero me lleva a la Cova de la Gota. Otro espectacular recoveco de la montaña santapolera:
Salimos de la sierra atravesando el Barranc del Salt, dejamos la urbanización Meleja y llegamos e nuevo a la Ronda Norte. Carrer Logroño y Parque El Palmeral.
Bueno. Ha sido toda una experiencia disfrutar de esta sierra, cerca de cualquier lugar y lejos de todo a la vez. Biodiversa, sorprendente y con más encantos de los que se pueden imaginar. Y seguro que el Jero se ha guardado ases en la manga. Volveré pues.
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18,5k, 2h40m
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Comentarios

  1. Interesante como siempre tus incursiones conociendo nuevos y cercanos lugares.
    ¿No te gustó Gran Alancant?? Ummmm

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  2. Gran Alc... Imagínate esa sierra sin esa colección de casas.

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