BOSQUE + NUBES + PIEDRA… Asturias: LINDES - PEÑA RUEDA - LA CARDOSINA (2/2)

Me he perdido unos cuantos días por el norte... Esto ya lo adelanté ayer.
Después de explicar las andanzas por Peña Ubiña, la Cascada de Xiblú, el PIco Piedras, los Lagos de Saliencia, etc, (recomendable visita) paso a detallar la ruta más completa e interesante de esos días (la más recomendable):
LINDES – PEÑA RUEDA – LA CARDOSINA – LINDES
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO: Se trata de una ruta circular asturiana, ubicada en el Parque Natural de Las Ubiñas-Mesa. No voy a alargarme en exceso, aporto mapa y perfil con información suficiente para llevarla a cabo. Al loro, hablo de condiciones estivales, esto en invierno tiene que ser la reostia y encaraba con otro planteamiento, diferente, por supuesto.
Bien, Lindes (que no sé si aún estará a la venta) es el último pueblo de la carretera QU-4. 
Allí hay un caserío, una iglesia en regulín estado -Parroquia de Santo Tomás-, un espectacular caserón, un bar, el Piloto, la fuente y el inicio de este recorrido.
Junto a la iglesia hay un espléndido caserón de la familia potentada de la zona y una fuente. Comenzamos el pateo dejando a la derecha la fuente y a la izquierda el bareto. Hay indicaciones para ir a Rueda, a la derecha, o al bosque a la izquierda. Vamos a la derecha en ascenso… buen costarrón para empezar. Dejaremos una fuente a la derecha… el tramo de camino se convertirá en senda… zizagueamos en ascenso considerable y alcanzamos una bifurcación (punto 2 un poco más allá de El Caleru) que seguimos hacia la derecha (Manín, Peña Rueda). Hay un poste con dos flechas, seguimos hacia Rueda, regresaremos por el de la izquierda.

Atravesamos un espectacular bosque de hayas, árbol predominante en este tramo, con impresionantes troncos cubiertos de musgo, así como las rocas… La humedad es tremenda. Recuerdo que iba caminando tranquilamente, regulando la costera en ascenso y sudando a mares. En ocasiones me paraba a respirar aquel ambiente, a esperar la visita de algún duende, una hada, un trasgo, no sé, de algún ser mágico. Pero la magia sólo está en mi cabeza, alentada por aquel embriagador entorno…

A la altura de Manín, una zona con un par de cabañas (punto 3), el paisaje se abre por un momento. Caminamos sobre una pradera con unas fantásticas peñas al fondo. Aún así, atravesamos algún tramo de bosque antes de alcanzar la roca. Llaneamos este tramo y a la altura de la Veiga de Manín (punto 4) giramos hacia la derecha. Volvemos a ascender considerablente de nuevo en dirección a un collado a la izquierda de Vallina Grande. La vegetación cambia. Matorral más bajo, árboles más altos de forma aislada. A buen lector del terreno pocas palabras… 
Además de verse claramente el colladete de destino, caminamos por una senda muy evidente, aunque esto es muy relativo ya que las vacas y los caballos, entre otros mamíferos de considerable porte, han surcado estas montañas con y por sus propios senderos, que a veces son trochas, otros rastros que en más de una ocasión me han llevado al enmerde y a acabar haciendo una de esas ‘escolanadas’ tan mías. No es en este caso, pero sí recuerdo la ruta de la Cascada de Xiblu y el Pico Piedras, hermoso enmerde fruto de la confusión de la senda con las rutas vacunas.
Lo que decía, un ascenso empinado que por un momento nos da un respiro en El Praón, donde vemos a la izquierda un corralón de piedras en desuso. Seguimos hacia arriba, ya prácticamente sobre la hierba y las piedras. Alcanzamos la cota 1712, llaneamos por unos metros y seguimos ascendiendo de nuevo por una zona de caliza lapiaz a la que hay que prestar bastante atención. En este tramo hay bastantes hitos, aunque es muy evidente que vamos a buscar la cuerda, el cordal, el Cuchillar de Rueda…

Esta es una escena que se ha repetido con frecuencia estos días. Empiezo el día bastante despejado, precioso, y a eso de las 9 de la mañana aparecen una nubes en el valle que empiezan a comer terreno hacia arriba. Llevo todo lo que necesito para orientarme… Pero parece que no quieren pasar de 1600-1700m. Y dejan estampas tan divinas como la imagen anterior. Es inevitable sentir esa sensación de grandeza y pequeñez al mismo tiempo. Estoy solo, pletórico, fascinado, enamorado de tantas y tantos… Y estas estampas me dan eso y más. Sigo por el cuchillar…

El pico Rueda (lo de Rueda debe de venir por las formas enarcadas, redondeadas... de la roca, los pliegues, vistos desde su vertiente Sur, foto desde Peña Ubiña) es un poquito lunar. 
Piedras, algo de vegetación, un poco desolado… Las vistas desde aquí son maravillosas. No controlo mucho la zona, pero Ubiña, el fascinante Huerto del Diablo, Picos de Europa, el London Eye un día muy claro…
Si nos asomamos al borde S-SO encontramos enseguida los restos de las trincheras, ¡qué sitio tan guay para pegarse tiros!. Fuera de coñas, aquello debió de ser terrible.
Bien. En una de las rutas que exploré por las redes marcaba un descenso hacia el Oeste-SurOeste. Entre la cima y las dos filas de trincheras se aprecia una senda que desciende, marcada en el mapa con una flecha de color de rosa junto al Canalón de los Mirios. Y otra posibilidad es descender por el Sur y girar al Este por el Vaso de Rueda, la Cuesta de Rueda, etc hasta le Veiga de Manín y de ahí bajar al río y regresar.
Descarto la del Vaso de Rueda porque me apetece bajar al valle a ver vegetación, vacas, caballos, agua, regatos… y este descenso es rocoso, puede que similar al de subida. Descarto igualmente el del Canalón… Porque me apetece estirar el día y bajar por no sé dónde. Así pues, voy al Oeste, visito las trincheras de este lado y desciendo entre resaltes en busca de las zonas más herbosas y confortables. Hay huella e hitos, además de ser evidente la dirección que hay que seguir.
Las zonas de caliza van dejando paso a los prados, a las manadas de vacas que pastan felices e ignorantes del cambio climático que se avecina. Paso junto a ellas y me miran, quizás se preguntan cómo es posible que un animal se apañe con dos patas en estos terrenos, aunque voy con los bastones, pero como son tan finitos quizás para ellas pasan desapercibidos.
Eso, desciendo, voy jugando con los zigzags para hacer más relajado el descenso y alcanzo perpendicularmente una senda muy definida, un surco prácticamente (punto 6), que sigo hacia la izquierda (SSO)…

Ya lo venía viendo, claro. Pero ahora lo tengo en los morros. Es el Huerto del Diablo: Paredones, cornisas, jardines, campas de hierba, barrancos, canales… En fin, toda una fiesta endiablada de proyectos que puede que en esta u otra vida afronte. Hoy no. Además de estos tapiones veo allá al frente La Veiga, una prado con un corral más que evidente.
Durante un buen trecho caminaré hacia el Sur dejando Rueda a la izquierda.
A la altura de La Veiga tengo una fuente (punto 7)… A no mucha distancia otra en un prado más abierto (punto 8) en la zona de Collau Fontes. Al otro lado del recorrido, hacia el Oeste, el mapa indica pistas y sendas hacia el Lago La Telda y la Fuente del Bogón, ambas buenas opciones para estirar la jornada, pero, como con el Diablo, tendrán que esperar a otra vida o momento.

Y así, entre prados, bosquetes más o menos tupidos de acebos (acojonantes) y la alegría de saber que a partir de este momento la ruta tira para abajo, sin perder la trocha principal, giro la vista a la izquierda, al Este, y veo el Valle del Río de la Foz Grande con el peñasco y desfiladero al que tengo que llegar en descenso. Pero ahí, entre los acebos y otros magníficos árboles, está la Cardosa y la Cardosina, esas casitas de encarnados tejados que aparecen entre la maleza.
Se trata de braña o brañas, o zonas de pasto, de la Cardosa y La Cardosina. Hay muchas zonas de pasto, a patás, pero cuando se dice braña es que además cuenta con cabañas, chozas, casitas en las que los pastores y el ganado se refugian.

¿A que es una monada?... Esta es de lo más idílico que encontré en la Cardosina (cardado, cardar…?) Con la Peña Rueda al fondo, flanqueada por un serbal con los frutos rojos, pecaminosos y ácidos del copón en estos momentos. A su sombra me abartolé unos minutos antes de seguir el recorrido…

Si hubiera nacido en Texas no hubiera dudado en aprovecharme de uno de estos percherones para finiquitar la ruta. Pero los veo ahí tan grandes, tan musculosos, tan a sus anchas, que prefiero que sigan así, ignorando el cambio climático que se avecina, como a las vacas, como a todos...
Ahí, en esa foto, lo único que los une a nuestra civilización es el cencerro. Por lo demás son libres, felices y amos de su destino a corto plazo. Días antes estuvimos en una feria de caballos en San Emiliano y flipé con los varazos que les metían los paisanos. Ahí ya no eran tan libres, además de que estaban atados. Prefiero verlos en este estado.

Seguimos con el río a la derecha. Hay varias trochas o sendas fruto del paso humano y animal. Es difícil perderse… Vemos un último conjunto de cabañitas y un tramo de bosque espeso, como este en el que pasamos debajo de un tejo… Poco a poco hemos de ir buscando la orilla, la margen izquierda del río. 
A partir de este punto la senda es muy evidente: Va junto al río, a un lado u otro, hasta que lo abandona por la margen izquierda en un inesperado repechón de no más de 5 minutos que de nuevo nos lleva en descenso hasta cruzarnos con la bifurcación del principio (punto 2), la fuente y finalmente Lindes: Agua, iglesia poco operativa y bar.
Maravilloso: Pueblo ancestral, bosque, vacas, caballos, roca, agua, nubes…

FICHA TÉCNICA
-UBICACIÓN: Lindes. Asturias.
-MAPA DE UBICACIÓN:

-PERFIL:

-TIPO DE RUTA: Circular
-DIFICULTAD: Media-ALTA.   MIDE

-SALIDA/ Llegada: Lindes.
-DISTANCIA: 16,2k.
-DESNIVEL: +-1411.
-TIEMPO: 7-8 horas.
-CARTOGRAFÍA USADA: 77-IV Ubiña.
-WIKILOC

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