Cabo de Gata… Simplemente, un disparate de sensaciones

Aquí los vídeos de la 1ª y 2ª parte del Cabo de gata Trail y los enlaces a ambas crónicas.
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CRÓNICA 1ª PARTE:
Lunes 28 de noviembre. En Alicante el día está triste, gris, llueve… Sobre mi cama descansa todo lo que necesito para sobrevivir durante dos días en Cabo de Gata. Repaso mi lista y no falta nada. Álvaro se termina de debatir en las mismas circunstancias. Alba se va a escapar de la Universidad, esto lo debió de dejar listo ayer. Y Hortensia dormita en su casita de madera después de un turno perro de trabajo.
12:00 aprox. Salimos tranquilamente hasta el punto de encuentro con Hortensia. Y cabalgamos los cuatro a lomos de mi verde, como la esperanza, fregoneta que hoy huele a rosas y claveles recién brotados en primavera. Pararemos a comer, y seguiremos.
Llegamos a El Cabo de Gata y dejamos el coche junto a la Torre de San Miguel.

Nos tomamos nuestro tiempo reorganizando el material.

Las barquitas descansan sobre esa arena cómplice…Tiempo al tiempo. Mientras tanto se pone el sol delante de nuestras narices. Esto no ha costado ni un duro y los intereses son… No hay verbo para alcanzar valor alguno:

Originalmente se trataba de llegar hasta este lugar, buscar un huequito para dormir y comenzar a trotar de buena mañana. Pero los planes, como siempre, están para ser alterados. Salimos caminando tranquilamente, trotando en algún momento, con el sol acabando de morir a nuestro lado. Pasamos junto a la Almadrava de Monteleva, La Fabriquilla y encaramos la pista de asfalto camino del faro.
Esta imagen está tomada el día siguiente ya que hasta la Cala Arena caminamos de noche. Vemos al fondo la Torre de San Miguel y toda la hermosa playa que caminamos al atardecer. A la derecha las Salinas del Cabo de Gata:

Y en el sentido de nuestra marcha vemos el Faro del cabo de Gata y a su izquierda, creo, el Arrecife de Las Sirenas, muy cerquita de nuestro primer rincón nocturno:

Y así, en una noche serena, con una temperatura más que envidiable para hacer estas cositas que nos gustan y tirando de mapa y gps, llegamos a Cala Arena. Es de noche y no acabamos de ser conscientes del espectáculo que nos rodea hasta que amanece. Antes, evidentemente, una estupenda cena de queso, jamón, bocatas… y un vino que trae Hortensia y carga Álvaro que no se lo salta ni ese.
Y así amanecemos amigos, así:

Insuperablemente orientado al Este, con el sol saliendo justo enfrente de nuestros ojos comienza el penúltimo día de noviembre del año de gracia 2011:

Rodeados de un inenarrable espectáculo geológico rompemos el embrujo del amanecer y nos proponemos seguir destruyendo los planes establecidos.

Hay una pista allá arriba, lo fácil. La idea es continuar el máxmino de tiempo pegado al agua para no perder detalle de las diferentes calitas y rincones de Cabo de Gata. A nuestra izquierda se levanta el groserísimo Arrecife del Dedo, casi pretendiendo hacer sombra a la chocante Cueva de la Vela Blanca. Pero ninguno logra eclipsar al otro por más que lo intente. Este es el panorama a poco más de una hora de salir del saco. Se puede amanecer mejor, claro que sí… Acepto sugerencias:

Arrimarnos hasta el Dedo nos ha separado de la pista y de cualquier cosa que se parezca a una senda. Sí, encontramos algo que puede ser un rastro, y lo seguimos en dirección al Collado de la Vela Blanca, pelín de enmerde, pero va a ser el único de todo el viaje (¡qué sería la vida sin un enmerde de vez en cuando!). Esta remontada entre espartos y palmitos, no deja de ser un museo al aire libre:

Este tramo ha resultado entretenido, pero por la umbría y con estas vistas no ha supuesto queja alguna por parte de la tropa. Con esas llegamos hasta el mencionado collado. El panorama continúa embriagando. Esto es lo que nos espera a lo largo de esta insuperable mañana:

Cada rincón único, cada cala diferente de la siguiente. Donde no fascina la arena lo hace la roca. Donde no atonta un horizonte limpio y largo lo hace un metro cuadrado donde la hierba se abre paso entre rocas volcánicas…
Esta imagen es uno de esos rincones en los que el agua ha tallado la áspera roca de Gata, por Punta Redonde o la Cala del Carbón:

Y esta otra corresponde a la zona de cónsul que tanto ha encantado a Alba. Parece que estaba esperando encontrarse con un pedazo de su vida conforme nos acercábamos a este rincón del planeta. Y tiene razón, Cónsul es uno sitio especialmente especial…

…aunque tan especial como cualquiera de los que nos encontramos en el siguiente tramo, el comprendido entre cónsul y los Genoveses, la zona de las Calas del Barronal:

Ha sido un continuo subibaja que nos ha desplazado a poco más de 3 kilómetros la hora sin saber nada del tiempo, del reloj, del espacio. Así, con esta filosofía si no perfecta 90-60-90 vamos a pasar el mejor 29 de noviembre que se puede disfrutar.
Bajando una de las lomas encontramos unas pequeñas chorreras de agua que ha debido acumular días pasados y ahora cae al fondo de la rambla. No vamos mal de agua, lo cual no nos impide sorber de un pequeño charco el agua fresca. Unos pasos más abajo llegamos a una lengua de arena y a la rambla que conduce a la Cala Grande, otro paraíso dentro del incansable conjunto. Seguimos por la senda a la izquierda, llegamos al colladito, vemos otra pequeña cala al fondo y esquivamos el Morrón de los Genoveses por la izquierda hasta que se abre frente a nosotros una de las playas más grandes del parque, la Playa de los Genoveses, a continuación el Cerro del AveMaría, la Punta del Castillo de San José, que apenas se aprecia, después San José, el Cerro de En medio, también poco perceptible, la Torre Vigía de Cala Higuera y Los Frailes, los dos más altos de la foto y los más altos de todo Cabo de Gata con 493msnm el que más:

Nos cruzamos la playa, subimos el AveMaría y llegamos alos primeros chaletitos de San José. No se debe de estar mal aquí. En el pueblo es hora de comer. De nuevo cerveza y cocacola acompañados de gominotas energéticas, pan de higo, chocolate, barritas energéticas, almendritas… Esto no estaba en la carta del Bulli, pero no está pagado. Nos lo zampamos en una esquina del pueblo y al solecito del mediodía, la verdad es que no ha hecho un calor agobiante, ya digo, la temperatura ha sido perfecta.
Bien, con la digestión colgada como la mochila salimos de nuevo hacia el norte. El Cerro de En medio no se puede superar costeando, salimos en busca del cementerio, lo dejamos a la derecha y seguimos por una senda que lo voltea hasta el cruce que deja a la derecha Cala Higuera. Hemos seguido de frente por una pista que se ve llega hasta la falda de la Torre Vigía de Cala Higuera. De todas formas se puede descender en dirección a la cala y seguir unas marcas blancas y azules, llevan al mismo lugar, en el track fuimos por un lado y regresamos por el otro. Hasta Cala Grande y Cala Chica trotamos por pista. Hay sendas que bajan y suben a las calas pero no las hilan como en el tramo del Barronal. Pasamos por debajo de los preciosos Frailes, ásperos, duros, secos. Personalmente me encanta este territorio.
Estos son los Frailes desde la Isleta del Moro:

Pero antes de llegar a esta población disfrutamos de otros rincones igualmente únicos. La Playa de la Piedra Galera, los Escollos y el Castillo de San Felipe. De camino nos encontramos esta peculiar duna fósil en la que cada poro es un minuto de contemplación… no habría tiempo en una vida para verlo todo:

La Playa del Arco… Y me acuerdo de que en la Isleta del Moro hay una duchita escondida, una calita en la que quizás…
Nos retratamos en esta seta dobladita que se alza en el tramo final, ya casi en la Isleta:

Y llegamos a este mirador que nos eleva de la orilla a un privilegiado punto desde el que apreciamos la mayor parte de La Isleta del Moro:

Me acuerdo perfectamente del encanto de este lugar. Estuve en julio y fue muy especial. Por partes. En primer lugar dirijo a mis amigos hasta la calita en la que pretendemos dormir, la Playa del Peñón Blanco. Recuerdo que detrás de unas escaleritas se esconde una alcachofa de ducha que como chorre va a ser la ‘reposha’. Y efectivamente, va y funciona, echa agua. Ese bañito… Y tenemos la santa paciencia de estirar, bueno, ellos, y lo hacen correctamente bajo mi atenta supervisión mientras le doy al disparador con el otro ojo puesto en la espuna de las olas…

Baño y retirada de sal en la duchita de marras. Así empieza a acabar de la mejor forma posible el mejor 28 de noviembre de mi vida. Frescos y ‘limpios’ regresamos al pueblo en busca del supermercado, a fer botellot. Pero está cerrado, será el horario de verano que se estira. Pero hay una pizzería que nos sirve unas bebidas fresquitas con las que brindamos don las pestañas hacia el Oeste. Y pareciéndonos poco esta primera ofrenda decidimos sumarle una segunda con forma de oblea y cabalgada por queso, tomate, no sé qué chicha... A esta religión hay que ponerle nombre, de entre todos los que me lleguen sorteo un besito… sin lengua:

Y esto ha sido la merienda. Regresamos a la calita del Peñón Blanco y nos instalamos de espaldas al módulo de rescate que nos hace de paraviento durante la noche. El cielo está raso, sin espacio para una estrella más, y corre una ligero viento que cada vez es más frío. Álvaro pasará pelete por la persistencia del mismo, yo guardo el otro flanco de la comitiva y me he metido hasta con el cortavientos en el saco y no me entero.
Aquí Hortensia interpreta esta carta estelar que me ha regalado por mi cumple. Junto a esa imagen de nuevo caras de tontos perdidas en el Este de la tierra. De nuevo amanece y, aunque sabemos que el recorrido va a parecerse en algo al hecho, no perdemos un ápice de ilusión:

Pano del amanecer:

Psico amanecer, que también tiene derecho

Y este es un amigo que estaba un poco atontado por el fresco de la mañana, lo encontré entre mis efectos personales de buena mañana, al final no le hice el boca a boca, lo que cuentan de las mantis hembra no me mola nada:

Regresamos al pueblo y cargamos agua en la fuente lavadero. Lo más recomendable es comprarla embotellada, la del grifo aquí tiene un fondo salobre que ni es mar ni es montaña, es más tocagüevos que otra cosa. Allí conocimos a Carmeta que estaba haciendo la colada a la antigua usanza. Estupenda persona que regenta un negocio de hospedaje a un más que competitivo precio. Tenemos el teléfono, el que se anime que lo pida.
Y, nada, a deshacer el camino hecho.
En el regreso vamos a trotar más y a hacer un par de largos tramos por pista en vez de ir de cala en cala. Este planteamiento no es para nada menos atractivo, simplemente más rápido que el de ayer. Salen 3-4 kilómetros menos y más velocillos.
Esta es la Playa de los Genoveses desde la pista interior, es otra perspectiva que no conviene perderse:

Dejamos a la izquierda Genoveses y Cónsul. Trotamos pista arriba hasta el Collado de la Vela Blanca y seguimos pegados a la ladera las marcas blancas y azules, dejamos allá abajo Cala Arena… Inolvidable. Llegamos al Faro. Trotamos lo que caminamos la primera noche, ahora con una estupenda luz. Tocamos de nuevo el agua en la Playa del Cabo de Gata y llegamos a la Torre de San Miguel. El chiringuito ‘Chiribus’ está abierto. Ojo, esto no estaba tan especificado en el guión. A veces pienso que hay alguien ahí

Y de esta forma, de esta y no de otra, nuestra cartera de felicidad saca material a presión por cada costura…
Álvaro recupera su noción del tiempo. Regresa con su metronoventaycinco cebado.
Alba ha contactado con Mónsul, tiene más fe que antes.
Hortensia regresa preparada para otras 250 horas de guardia y con más sonrisa que antes.
Y el secretario, el secretario… el secretario no tiene palabras, me alejo del ordenador para no llenar de lágrimas de felicidad el teclado.

PD1: Y todo por 30 pavos ¿alguien da mas?
PD2: Ha sido Torre de San Miguel – Isleta del Moro y regreso. La idea original era llegar hasta Carboneras, es decir, habrá una segunda parte.
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Algunos datos técnicos de la ruta:
-Kilometraje:
-Torre de San Miguel - Faro: 8,6k
-Faro - Mónsul: 7,4k
-Mónsul - Genoveses: 4,3
-Genoveses - San José: 4,2
-San José - Isleta del Moro: 12,6
--Total de ida: 37,1.
-El regreso tocando más pistas son 32,4.
-TOTAL: 69,54
-Avituallamiento: Hemos ido en autosuficiencia. Me explico, prescindir de la birra en San José y las cañas y la piza en la Isleta es posible, pero no recomendable. Es factible abastecerse en San José y en La Isleta del Moro, como si quieres hacerte una parrillada de pescao que rematas.
-Tipo de terreno:
-Terreno técnico: todo aquel fuera de senda o pista, es decir, el recorrido por las Calas del Barronal -unos 3,5k- y el enmerdillo desde el Arrecife del Dedo hasta el Collado Vela Blanca, unos 800 mts.
-El resto son pistas, sendas y playa.
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Perfil, wikiloc y everytrail:

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